Por Lucas Vera
Que la mujer enceguece es lo primero que pienso. Después, que no, que las cosas enceguecen si tienen brillo propio, y que lo que ella ― esta forma de cielo, de terror secreto ― tiene, no es ni brillo ni falta de brillo. Creo que organizar todas las lámparas del departamento en este sitio no fue una buena idea. Pero ya no estamos en el tiempo de las buenas ideas. Ese es mi tercer pensamiento. Las buenas ideas han quedado en el pasillo, en el golpe de un martillo, en la feria de una avenida sofocada donde la mujer se puso para que yo la encontrase.