Por Héctor Corti
¿Cómo me metí en este quilombo? La verdad, no sé. Ahora dudo si todo esto que pasa es cierto, lo estoy soñando o me transformé en un personaje de una película bizarra clase Z. De lo que estoy seguro es que la cabeza me estalla por el teléfono que no para de sonar y por el montón de periodistas que hay afuera, hablando pelotudeces en vivo y en directo sobre si es verdad lo que encontré o si estoy loco de remate. Encima Patricia, en lugar de estar a mi lado haciéndome el aguante, aprovechó sus cinco minutos de fama y se fue para hablar de mí, de nuestra historia y de un montón de cosas más, en la tele. Todo por esa puta mano que no sé dónde carajo se metió. Pero apenas la encuentre, ahí sí me van a conocer. Abro la puerta, se las muestro y les cierro la boca a todos y todas.