15 de abril de 2021

TRASPASO (*)

Por Héctor Corti

Ella tiene los ojos cerrados.

Su cuerpo menudo reposa en el sillón mullido. Los rayos de sol que filtran por el ventanal dan vida a su rostro pálido. El pelo fino, canoso y despeinado cae desprolijo sobre sus hombros. Se la ve tranquila y en su mundo de silencio. Parece que no advierte la compañía que le acaricia las manos finas y envejecidas. Que le pregunta si lo escucha. Pero no hay respuesta. Porque no hay palabras. Solo ausencia.

Él duda sobre si en ese estado habrá lugar para la memoria y los recuerdos. Nadie lo sabe .

Le acerca al oído el celular. Suena bajito Vivaldi. El Allegro de Primavera, su favorito. No reacciona. Está imperturbable. Otro retroceso. Ahora tampoco responde al estímulo de la música. Sigue surfeando por los recovecos de su mundo interior. En silencio. Sin palabras. Sin gestos.

Sufre. Por ella y también por él. Se consuela con que no se da cuenta. Pero no puede contener el dolor que le genera ese final. Ver la fragilidad de un cuerpo que enfrentó tantas batallas. La incansable lucha buscando una hija. Y a los hijos de todas las otras madres. Hasta donde le dio la fuerza. Hasta el último día que pudo

Le da un beso cálido, orgulloso de ser su nieto. Y cuando se está yendo, vuelve. De su mochila saca el pañuelo blanco que siempre lo acompaña. Se lo coloca sobre la cabeza y lo anuda debajo de la barbilla.

Ella abre los ojos. Son marrones y parecen encenderse cuando lo ve. Se mojan, pero no derrama ninguna lágrima. Mueve su cara arrugada como si lo buscara. Se cruzan las miradas. Pero no se detiene. En su boca asoma una mueca. Parece una sonrisa. Descansa.

Ella cierra los ojos.

Él toma la posta.

(*) El texto forma parte de la producción sobre el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia realizada por los integrantes de los Talleres de Escritura y Lectura Lucina Resiste que se desarrollan en CTArte.