20 de abril de 2021

NUNCA MÁS (*)


 Por Fernanda Benedetti


Nunca más decía la tapa del libro. Era de color bordó con unas letras claras como pintadas desprolijas con brocha en un paredón. Me recorrió frío por el cuerpo, tenía 14 años, palpitaciones, un libro en la mano y miedo.

Abrí el libro al azar como quien corta un mazo de cartas. En esa página describía un centro de detención clandestino. Volví a cortar y encontré la referencia a un lugar con agua donde se perdían cadáveres, de nuevo al juego y leí que a una mujer embarazada le ponían la picana con una cuchara en la vagina y que otra mujer se desmayaba mientras la torturaban delante de su hijo de 2 años. Me recorrió un asco tan profundo, esa nausea espantosa del puro dolor, que no tiene texto, que no puede ser explicada, que solo atraviesa el cuerpo como rayo. Se ve que era hija ya, y pude oír el llanto desesperado de ese niño, pude apreciar su terror y su impotencia. Se ve que mi cuerpo sabía que mucho después sería casita de mis hijos, en ese torbellino físico, hormonal y emocional que implica ser hogar, que te destroza los nervios, aun, sin tener una cuchara chavada en la puerta y sin la electricidad que contrae toda la carne, incluso tu útero de luz. Se ve que registraba que conocería el miedo, porque tal vez uno no sepa lo que es el miedo hasta que tema que a un hijo le pase algo. Entonces, con la memoria de lo que aún no había pasado, experimenté ese dolor intenso impregnado del pánico insondable y la culpa inmensa de saber que a mi niño también le dolía y tal vez lo matara. Sentí a mis cachorros aunque aún no los conociera y no supiera cómo sería tener un niño de dos años; que tristeza adolorida, insoportable de no poder calmarlos cuando se angustian, de que te alejen la teta y no poder amamantarlo.

Cerré el libro habiendo visto el horror descarnado, el hueso quemado del fondo del odio humano. Y yo, no tenía un cielo, pero si supe que existía el infierno… que no está en ningún lugar distinto de este mundo y es fabricado ladrillo a ladrillo por la perversión de los hombres.

(*) El texto forma parte de la producción sobre el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia realizada por los integrantes de los talleres de escritura y lectura Lucina Resiste que se desarrollan en CTArte.