28 de junio de 2022

UN HOMICIDIO POÉTICO

 

Un homicidio poético. Matías Gil



Siempre para esta fecha, voy a aquel lugar, ese lugar donde para mi gusto ocurre un feo homicidio. Sé que todos los homicidios son feos, no pensaran que soy loco, soy bastante cuerdo, tengo mis cosas como cualquier persona, pero soy bastante cuerdo. Seré algo indiferente, a veces, en algunas cosas, pero como todos.
            En fin, cuando cae la fecha me dirijo a este lugar, al cual estoy yendo en este momento, con la mismísima falsa ilusión de ver un homicidio poético. ¿Por qué un homicidio poético se preguntará? Y porque… es algo que uno va deseando desde que empieza hasta que termina la pelea. Sí, hay una pelea, lo acaba de notar y es obvio que es a muerte. Pero, a usted realmente lo que le importa, es el motivo por el cual yo quiero que uno de los contrincantes lo mate al otro. ¿Verdad? Bueno espere que ahora le cuento.
            Voy hasta la sucia y oscura ventilla. De la cual me observa un títere de este matadero, y yo parte del mismo titiritero compro la entrada. Me dirijo hasta las gradas. Me acomodo, siento el olor a muerte, miro la arena de combate. Los demás espectadores burbujean de júbilo. No es algo que comparta, yo no lo veo como una fiesta, solo espero el momento poético.
            Muy bien, ¿en qué estábamos? Ah ¡Sí! Quiere saber por qué yo elijo por así decirlo, un favorito, un predilecto, el cual tiene la exactitud de poder llevar a cabo este homicidio.

Bueno, los rivales están a punto de salir al campo.

Sale por un lado el primero de ellos, un hombre de postura firme, que parece refinado con su atuendo llamativo, lleno de lentejuelas y su muleta roja. Y por el otro lado sostienen a la bestia. Es hermosa, sí, una bestia hermosa. Debe pesar unas dos toneladas, es enorme. Lo están enloqueciendo para que el ardiente rojo le nuble la vista y solo quiera embestir, sin técnicas, asestar su golpe.
            ¿Sabe usted lo que está a punto de hacer ese hombre que presenta una prepotente elegancia? Lo va a marear y a clavarle varias lanzas en el cuello para evitar que pueda levantar la cabeza y fijar mejor el blanco. Y cuando se canse de jugar con la bestia, la va a intentar matar. Dígame la verdad ¿Usted qué piensa?  ¿Le parece bien? El hombre en un intento de… podemos decir… dosificación toma la rienda y la decisión en la vida del otro ser y encima si no logra matarlo puede venir otro a hacer su trabajo sucio… sí, una especie de divinidad. ¿Y todo esto para qué? Para el deleite de un público, vulgar, insípido e indiferente. Sepa que por eso tengo un elegido, en este horroroso espectáculo.
            Justo observo que la bestia casi logra una estocada. El hombre pierde su firmeza, junto con unas cuantas lentejuelas. El miedo al igual que la sangre desbordan la herida. Y la bestia lo sabe, por eso no se demora en seguir la carrera e intentar lograr la estocada final. Las piernas del hombre se notan flojas, la osamenta se acerca a gran velocidad… y da en el blanco. El hombre es desclavado del suelo con una facilidad sorpréndete, pero queda aferrado a la bestia, que con unos cuantos sacudones de cabeza logra desprendérselo dejándolo tendido en el suelo, sin moverse 
            ¡No lo puedo creer, se me pone la piel de gallina! El llanto es de felicidad. ¡Por fin se produjo este momento! ¿Sabe cuánto vine a este horror? Cientos, miles de veces. Y nunca pude presenciar el homicidio poético. No creo que a alguno le pase lo mismo que a mí. Observo que la multitud sigue en júbilo. ¿Realmente creen que es una fiesta? Por alguna razón son espectadores ¿no?
            Tal vez si no hubiera público, no habría show. Es así la cuestión. Será que todes son así, será que yo también soy así…