14 de junio de 2021

ME DIJERON QUE DETRÁS DEL HORIZONTE


Por Ariel M.

Hay una tierra que espera ser labrada. Y yo, aquí. Esperando. ¿Esperando qué?... Me miro en el espejo de mi habitación, que tantas veces fue mi confidente y mi consejero, y le pregunto: ¿Qué hago acá? Mientras tanto, rayos de sol me inundan entrando por esa pequeña ventana. Me asomo por ella, y quedo en una magia de mariposas que revolotean en torno a ese rosal; recuerdo de mi juventud. Hermosas, las Unas y la Otra. La mano de Dios firma ese cuadro singular de movimientos, alegría, colores, recuerdos. Al otro día y muy de mañana, decido ir en busca de esas tierras.

Preparo mi valija y parto. No miro hacia atrás. Solo hacia adelante. Llego al Puerto. Asciendo a esa carabela, que me llevará a aquel lugar. La nave me sabe triste y hasta nostálgica. Pero es la catapulta a otros lares. Pasadas varias horas de navegación y haciéndolo a sotavento, salgo a cubierta. Necesito aire puro de mar. Pero algo me espanta. Me aterra. No hay velas. No hay impulso. Hay nada. Respiro profundo. Me calmo. Veo que hay vida aún. Nadie cayó en esta lucha desesperante. Estamos todos y todas de pie. Este instante, pasará. Entonces…le digo al capitán que las velas ya no nos empujan. Los vientos de la vida con sus crueles luchas, nos han dejado vacíos de Ellas. Estamos clavados en medio de la mar. No obstante, no perdemos la esperanza de continuar nuestro derrotero. Una tierra maravillosa nos estás esperando. No nos ahogaremos en estas aguas del desánimo. Ningún agua, nos arrastrará a las profundidades del acabose. El horizonte está; la sangre nos corre; la brisa nos enfría…El capitán me dice que continuaremos el viaje. Ahora, solo es una parada. Miro a mi alrededor y veo una mar verdosa cristal. Y en un instante milagroso, veo muchas mariposas multicolores. ¿Mariposas? Dejaron de ser larvas para convertirse en un sin número de colores con vida. Nada ni nadie, pudo detener la metamorfosis. Pienso: si ellas pudieron, ¿por qué nosotros no? Tenemos las mismas chances de vida…El capitán se me acerca y con ojos fulgurosos y una sonrisa desencajada en su cara, me dice que las mariposas multicolores nos salvarán. Una tierra maravillosa, nos espera… Poco a poco, veo cómo las mariposas, similares a aquellas que vi desde mi cuarto, se ubican en el lugar de las velas. Un “atrapador” de mariposas, retorna a la carabela. Ellas comienzan a aletear y el milagro sucede: la nave vuelve, nuevamente, a moverse. Y nos llevan. Nos arrastran hacia nuestro destino. La alegría de lo inexplicable, nos ahoga en una emoción. Estamos navegando. Las mariposas del milagro aletean y aletean… Después de varias horas, llegamos. Las mariposas de lo imposible, nos dejan y vuelan hacia esa tierra que nos espera. Y luego, nosotros y nosotras dejamos la carabela. Pisamos tierra firme. El sol nos acompaña. El cielo nos es testigo.

Es realmente, una tierra maravillosa. Tierra con sol, cielo, mar y mariposas por doquier.

Ilustración: El Barco de mariposa, Vladimir Kush