Fernanda Benedetti
Esos demonios míos, esos enemigos imaginarios que me miran con sus ojos brillantes de quien sabe que cazó a su presa, mientras se afilan con delicadas limas los colmillos hirientes como dagas con los que me desgarran y me hacen sangrar sangre que fluye a borbotones como lava volcánica.
Quiero agarrar a esos demonios dormidos, para arrancarles los colmillos, ponerles mango y tranquilamente con ellos filetear pescado, o pelar manzanas, incluso también la ilusión de lanzarla al aire de lejos para hincarle en la frente o en el pecho a alguien, a algunos de esos personajes siniestros, esas gentes sin corazón más peligrosos que los demonios mismos. Y que esa sangre, lava caliente en su deslizar arrase con todo… incinere a los demonios y a mi piel, a esa yo que se deja atacar. Que se lleve de una vez esa cascara de quien yo era…
