10 de junio de 2021

ALÓ PERIDOL

 

Por Enrique Merelli

No me dice nada. Aprieto los ojos en un intento vano de reducir las molestias del entorno. Pero no me dice nada. Recorro el plano tratando de reconstruir en mi cerebro unos inexistentes trescientos sesenta grados, pero no me dice nada.

¿Quién puede llamar a esto paisaje? Un opalescente círculo amarillo con rastros de borde rojo que intenta parecer reflejado, como derritiéndose, en un azul sucio, que se derrite en un marrón mierdoso, que se derrite en un verde, que se derrite en la inmensidad de un entorno que no es plano, que se derrite en mis ojos que por más que miran a mi pobre cerebro no le dicen nada. Está muerto, es un muerto que se derrite en el paisaje que no me dice nada. Un muerto que ya no dice. Rodeado de más muertos y más muertos que no dicen nada desde lo blanquecino de sus huesos. Nada dice la muerte que, aun muda, solloza un paisaje que se derrite ante mis ojos derretidos, justo antes que me obliguen a tomar la próxima pastilla.

Ilustración: Sommernacht am Meeresstrand, Edvard Munch