28 de abril de 2021

PLANTAR MEMORIA (*)

 

Brenda Matossian


La abuela Nina odiaba los pinos. Un odio que parecía irracional e infantil, odiaba los de Navidad, las fragancias, todo. Nadie le había preguntado jamás porqué.

Esa mañana sin nubes y con mates, su nieta fue testigo de la explicación que nadie pidió. En la radio informaban respecto a los incendios en el oeste de su provincia y algo que el conductor dijo al pasar hizo brotar una voz enfurecida: “la gente cree que son parte de la naturaleza, que siempre estuvieron, pero no, ¡los pinos son una porquería! nos los encajaron para parecer europeos y traer turistas”. Hizo una pausa, respiró profundo, miró los ojos de su nieta atentos y brillantes. Aliviada, siguió: “son una porquería… ese Anchorena del vivero llenó los bosques nativos de la isla de esas mierdas del norte, y todos aplaudiendo como morsas cómplices… y ahí quedaron, estrangulando y arrinconando a los que estaban de siempre… esos pinos resinosos además no dejan crecer otras cosas… encima rinden porque crecen rápido pero también tienen raíces superficiales, se caen y rompen todo, te digo ¡son una porrrquería!”… se tomó un mate resoplando y agregó: “los paisajes también tienen historia… pasame un bizcochito nena que no llego”.


(*) El texto forma parte de la producción sobre el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia realizada por los integrantes de los talleres de escritura y lectura Lucina Resiste que se desarrollan en CTArte.