Capas infinitas envueltas en películas,
reducimos la distancia entre mirar y dejar
que una mano nos toque.
Los barbijos desaparecen y el único
alcohol que nos une es el vino y deja de ser gel.
La memoria me exige estar en tu álbum.
Nos dirigen hacia un desconocido beso
azaroso de mentiras tan geniales.
Que un aliento alcance para unirnos la tierra
truena polvo alrededor
hace silencio
nombrarnos.
Y nos animamos a cruzar ese puente colgante
que desde acá se ve.
La profundidad no puede calcularse.
Se alejan y acercan
y ya no puedo alcanzarlas.
Porque el anhelo es grande
y el cuerpo se vuelve joven
en cálidas oleadas.
Moretones, golpes y fracturas
nos dejan pensando qué fue de
nuestras vidas.
Árboles, pájaros y el lago.
No miremos hacia atrás, no sentimos,
nos movemos.
Respirar, solo respirar y esperar que
se abra el sol.
No hay nada detrás del humo, parece
que ya todos se han ido.
(*) Texto colectivo