2 de abril de 2020

MADRE

Por Susana Basilico

Me cansé “dotor”, me cansé. Nunca viene a casa, ni me llama por teléfono. Mire que le dije: César llama a tu madre, estoy sola, no me abandones. Pero esa no lo deja. ¿Quién es esa? ¡La mujer! Esa no lo deja que me venga a ver, porque él se desvive por mí, pero ella se pone celosa y no quiere que venga. Ella “dotor” es la que siempre sacaba el tema de la herencia. Se hacía la chistosa, pero yo la tengo calada. Ella se quiere quedar con todo cuando yo me muera. ¿No me diga que no se van a sorprender “dotor”? ¿Qué se van a espantar dice? Mire usted haga los papeles, yo no le pago para opinar.
El día que me decidí era mi cumpleaños. Ya eran las cinco de la tarde, yo los estaba esperando con mi batón nuevo. Hasta había ido a la peluquería ese día. Le había hecho la torta de chocolate que le gusta… y nada, ni un llamado. Cuando tocó el timbre pensé que era él. Pero era el Pastor que me venía a saludar. Yo estaba muy triste y me puse a llorar. Como puede ser Pastor, es mi único hijo y no me viene a ver el día mi cumpleaños, le dí todo, ¡¡¡ soy su madre!!!. Cálmese Genoveva, me dijo el Pastor, usted lo que tiene que hacer es su vida con los que estamos presentes, con los que la acompañamos en este tránsito hasta alcanzar la vida eterna. Y no esperar siempre a los desagradecidos que lo único que esperan es la herencia. Piense en la Iglesia que la acompaña, la cuida, sea agradecida con ella. Y así fue “dotor”.
Por eso estoy aquí hoy: quiero venderle mi casa a la Iglesia. El Pastor me dijo que yo puedo quedarme a vivir ahí hasta que me muera. “Usufruto” se llama. Y no les voy a decir nada a ellos, no me vienen a visitar, no me llaman. El día que vengan a buscar la casa ese día se van a enterar, ese día se van a enterar.