Por
Sergio Neinadel
Todo
ella parece un embutido fofo y lento de lo que vendrá sostenido en
cientos de pilosidades
urticantes. Lleva un presagio de mariposa que mientras come vive y
mientras vive come.
Es un delicado bicho pastoso que cede a la mínima presión de
nuestro andar indiferente y
rudo. Y allí se queda, entonces, aplastado lo que habría podido ser
color y vuelo y ya tan solo es
una estampa desesperanzada entre los jardines.